sábado, 19 de febrero de 2011
Contemplar los Museos en Nueva York
El primer museo que visité en Nueva York, fue el de Historia Natural, por recomendación de una amiga antropóloga, ahí me di cuenta que los animales no son tema que me interese demasiado, aunque está muy chingón el lugar y me tomé cientos de fotos en la sala de dinosaurios, no he contemplado la posibilidad de regresar.
En cambio, he ido tres veces al museo Metropolitano, uno de los lugares más vastos en cuanto a historia del arte y la humanidad, mi primera visita duró cerca de 4 horas, la segunda sólo entré al baño ,y la tercera estuve 5 horas.
He visitado el Museo de Arte Moderno (MoMA) dos veces, en un tiempo que no he medido porque debo aclarar este es mi favorito y ahí no escatimo tiempo.
El Museo del barrio terminó desilucionándome por su estrechéz, en menos de media hora ya había recorrido todas las salas que hablaban de la historia y construcción de Manhattan.
El único lugar al que curiosamente no pude tomar fotos fue en el International Center of Photography, un lugar pequeño en comparación con los tres primeros, pero dado mi interés por la fotografía fue una golosina.
Del museo del que salí con un terrible alboroto de hormonas, fue justamente el Museo de Sexo, como enajenada me quedé idiotizada viendo los fragmentos de las escenas famosas de películas eróticas, sitios web con curiosidades sexuales, sexo heterosexual, homosexual, las figuras femeninas porno memorables como la primer porno star latina, fotos de burlesque, las primeras animaciones sexuales, las figuras falicas y los roles sexuales que a simple vista no se ven en las principales casas productoras de dibujos animados, muñecos y juguetes sexuales, instrumentos de onanismo, incluso un cuadro de Picasso, las mangas eróticas japonesas y los animes porno, hasta una sala exclusiva para explicar la sexualidad de algunas especies animales, el tamaño y forma de sus órganos reproductores... nada del otro mundo, ¡pero qué interesante es verlo en un museo!
Al último que he ido fue al de Museo de Brooklyn, esta vez el paseo fue distinto, porque de todos mi recorridos pasados estaba acompañada.
Hablé de arte, cosa que nunca hago, y digo de arte porque se engloba toda apreciación artística, sea una pintura, una escultura, una canción, etc. No puse mucha atención al museo, porque esta vez no me interesó tanto como por quién iba acompañada.
Hoy al ver un fragmento muy chiquito de un documental de una cineasta de quién no he visto toda su filmografía, pero desde que vi parte del documental los Espigadores, me fascinó, recordé esa conversación en torno a la apreciacón del arte.
Agnes Varda habla de Rembrandt y su mano, la simple sutileza de comparar el horror de su edad , su mano y la pintura, me llevó a otro tema, pues comencé a buscar entre mi archivo de fotografías un cuadro de Rembrandt, tal vez ustedes hayan visto sus cuadros, pero el hecho que mi cámara, y mis ojos lo hayan contemplado me pareció genial, se imaginan un cuadro pintado en 1653, con casi 358 años de existencia y ahí sigue, inmortal, Rembrandt y Aristóteles, con el busto de otro más inmortal: Homero.
Mi pasión a veces se desborda en recuerdos literarios, que luego salté a una pieza coreográfica de mi maestro dramaturgo, innumerables veces he visto el video y me sigue provocando algo, me dice tantas cosas, que la apreciación del arte no necesita entender esto y aquello, sino es una actividad simple, como tomar agua, sin tanta ciencia, alivia la sed, el arte es contemplativa y alivia la sed del alma.
La pieza coreográfica es de Rolando Beattie y se llama Breve Filo, tiene una carga muy simbólica porque la música es tan nostálgica, tan sublime y visceral, que me provoca cierto placer mirarla lejos de Oaxaca, también se debe a que cuando los bailarines ensayaban, nosotros en la parte de trasera del teatro memorizabamos la que sería mi primera obra de teatro.
Este es el link:
Breve Filo
Podría hablarles que en el Museo de Brooklyn encontré también una sección feminista, donde en una sala en forma de triángulo equilatero, había un comedor grande, en cada lugar un mantel portaba el nombre bordado de una mujer (escritora, artista, personaje histórico), y la vajilla de cada lugar era un plato decorado simbólicamente con una vagina.
En esa misma sección, encontré una línea del tiempo con la vida de mujeres de importantes, entre ellas Sor Juana.
Esta vez con un poco de vergüenza, pero importándome poco ese hecho, recité en español mi soneto favorito de Sor Juana... y digo español, porque mi interloculor sólo habla inglés y francés.
Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
No hay motivo para nada, de haber razón para tanto, ni tema central de este post, esta vez no hay lección aprendida, ni siquiera nudo, ni siquiera historia, ni siquiera diré a quién dije el poema, no hay señales incluso de una verdad literaria.
Simplemente el hecho de ser parte de un acto artístico, simplemente contemplativo, que no intenta entender nada.
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