sábado, 20 de noviembre de 2010

Gustavo Arango y el origen de un escritor colombiano en México




REPORTAJE Y FOTOGRAFIA:
Viridiana CHOY



‘Atrás de un gran premio, hay un sin número de rechazos y fracasos.’ A esa conclusión llegó Gustavo Arango después de ser el autor ganador del premio Bicentenario de Novela en México, con la obra ‘El origen del Mundo’, publicado por Ediciones B.
Uno nunca sabe lo que el universo nos tiene preparado, pero la historia comenzó cuando busqué la oportunidad de ingresar a la Universidad de SUNY en Oneonta Nueva York, dónde en su matrícula académica encontré a un maestro colombiano, escritor, y docente de las materias de Español y Literatura Latinoamericana.


Cuando estás en un país con un lenguaje que no dominas y es la primera vez que sales de tu tierra, la necesidad de buscar alguien que hable tu mismo idioma, se vuelve una urgencia. Contacté a Gustavo Arango vía e-mail, le comenté que también me dedicaba al periodismo en México, y había llegado a Estados Unidos con la intención de aprender inglés. Lo conocí en la Escuela para adultos con el programa de enseñaza de inglés como segunda lengua (English Second Language) donde sin preverlo habríamos de ser parte de dos proyectos.
El primero sin duda fue el comienzo de una amistad alimentada por nuestro común gusto por la literatura, le hablé como perico solipsista de México, de mi Oaxaca linda y querida, de sus escritores, mis maestros, sus bibliotecas, sus libros, su periodismo, sus editoriales, sus problemas, sus posibilidades para publicar y entre toda esa maraña de información, surgió una pregunta ¿por qué no mandas tu trabajo a México?
Tras enviarle algunas direcciones electrónicas sobre editoriales mexicanas, la causalidad hizo que Gustavo encontrara el pretexto para víncularse con México, una convocatoria para el Premio de Novela con motivo del Bicentenario de la Independencia.
En agosto, mientras él se encontraba en Colombia, leí un mensaje en facebook: ‘Recibí excelentes noticias de tu país. ¿Ya sabes lo que significa el verbo to win?’




El segundo proyecto surgió justo también el mismo día que lo conocí, una de mis compañeras organizaba una muestra de comida vietnamita después de la clase, en medio del convivio Gustavo habló con la English teacher, y le comentó que hacía tiempo tenía la idea de sugerir la apertura de un taller literario en la escuela.
Estados Unidos tiene un programa de escuelas para adultos en todo el país, donde personas de diferentes nacionalidades, asiática, europea, pero en su mayoría latinoamericanas, aprenden o tienen la oportunidad de perfeccionar su inglés como segunda lengua.
En septiembre, un alumno colombiano, dos peruanos y tres mexicanos (en los que me incluyo), dentro de salón improvisado en medio de cajas y mobiliario del edificio, iniciamos la clase donde a través de poemas y lecturas breves latinoamericanas, también aprendemos inglés, aunque a veces la clase se convierta en una constante discusión de las diferencias culturales entre las costumbres latinoamericanas y las ‘gringas’.
La posición de sentirnos inmigrantes nos hace hermanarnos a través de nuestra lengua común, conocer gente que comparta costumbres similares, nos hace sentirnos por un momento en casa.
Gustavo es maestro voluntario en ESL, dice que es una forma de retribuir los privilegios que ha adquirido, pues hace doce años, llegó becado a Nueva Jersey para estudiar un posgrado, y hace seis es profesor en Oneonta, Nueva York.
Gustavo Arango es papá de Valentina y Mateo. No lo declara abiertamente, pero apuesto que su escritora favorita es su hija, quién este año ganó el ‘International Latino Book Award’ en la categoría de Mejor Libro Juvenil de No-ficción en inglés, con la obra ‘Memories of my Colombia’ (Memorias de mi Colombia).
Éste verano pasado, en la Universidad de SUNY en Oneonta, me hice la cuarta alumna de su clase sobre Literatura latinoamericana, donde leímos brevemente a Sor Juana, y cada una se encargó de explicar una cultura mesoaméricana, vimos un documental de Carlos Fuentes y analizamos el discurso de Gabriel García Márquez al recibir el premio Nobel en 1982, un texto plagado de metáforas de un exquisito realismo mágico y con referencia a las atrocidades que todo latinoamericano vive en su país, para mis tres compañeras no fue fácil entenderlo. Las clases fueron una golosina, pues cada una de nosotras, discutíamos desde la visión y entorno cultural de tres estadounidenses y una mexicana-oaxaqueña.
En noviembre 27, Gustavo presentará su novela ganadora ‘El origen del mundo’, en la Feria Internacional del libro en Guadalajara. La obra cuenta la historia de un profesor: Magnífico Delgado, que imparte un curso de verano sobre literatura, en una Universidad de los Estados Unidos y sus estudiantes son solamente mujeres.
Gustavo comenzó a escribir la novela en 2006, a lo largo de estos cuatro años, la obra ha sido ajustada y perfeccionada, hasta que una pequeña pregunta se convirtió en un pretexto para ser publicada.
Entre las obras más destacadas de Gustavo Arango está la publicada en 1995, ‘Un ramo de No me olvides’, obra basada en la trayectoria periodística de Gabriel García Márquez en el diario ‘El Universal’ de Colombia. Un libro, que según declara el autor, le resultaba un riesgo como escritor, porque no sonaba complaciente y en definitiva, el premio Nobel habría de leer. Tiempo después, el Gran Gabo le diría a Gustavo, que él sabía más de su vida que él mismo, y que su libro era una obra póstuma.
Oneonta, es una pequeña ciudad del estado de Nueva York, los más grandiosos paisajes naturales de otoño, los he visto aquí, el invierno amenaza y la pasividad del lugar, resulta ideal para un escritor, donde el silencio, la lectura y la escritura, son actividades que requieren concentración y soledad. Sus ‘quince minutos de fama’, como Gustavo hace referencia a su premio en México, lo han hecho recordar la ansiedad que le provocó su primer libro: ‘Un tal Cortázar’ publicado en 1987, después de esos quince minutos de fama, considera prudente regresar a su entorno, con su familia, a su trabajo donde enseña Español y a su departamento atiborrado de libros y fotografías, donde trabaja con su obra literaria.


El once de noviembre pasado, presentó en la Universidad de SUNY Oneonta, sus más recientes obras editadas en 2010, ‘El más absurdo de todos los personajes: Escritores y creación escrita en la narrativa hispanoamericana’, ‘Impromptus en la isla’ y ‘El origen del mundo’, en la presentación también habló de su método diario; escribir es su primera actividad del día. Comentó que uno de sus trabajos en proceso, tiene un archivo de más de trescientas páginas, entre historias y sueños.
Aún recuerdo el día en que antes de clases, mi maestro y amigo, corría a imprimir sus tomos para envíarlos al concurso, según los cálculos de las fechas, tendría el tiempo justo para que el paquete llegara antes de que cerrara la convocatoria, él no esperaba nada, pero tampoco perdía nada con intentarlo y lo improbable se hizo posible, los sueños se vuelven historias y crónicas qué contar. Atrás de un gran premio, hay también un sin número de casualidades.
Cuando uno de los jurados anunció la obra ganadora, aclaró que el escritor no vivía en México, no era mexicano, y que el libro no tenía nada que ver con las celebraciones, como si el subtexto fuera: no habla de narcotráfico, no es una novela histórica, y no hubo fraude, porque no conocemos ni sabemos quién es el escritor.


Ahora que soy parte del porcentaje de latinos inmigrantes en los EEUU, pienso que sin duda, el premio también es de una extraña coincidencia a la mexicana.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Cocinar a la mexicana

¿Les comenté que soy excelente cocinera? Si no he hablado de ello, supongo es porque he dado por hecho que todos lo mexicanos sabemos cocinar (primer error),  y que para todas las mujeres oaxaqueñas saber hacer tortillas es una costumbreconsuetudinaria, como menstruar cada mes (segundo error).
Ahora que estoy lejos del suelo donde he nacido, y tengo tiempo y debo cocinar (porque si no me muero de hambre), recordé que hace tiempo en la prepa era la encargada de hacer los banquetes, que en efecto hace años trabajé  en dos restaurantes, que en algunas pachangas grandes que organicé me chuté la chamba de hacer el plato fuerte, y que desde que tengo 6 años de edad soy capaz de hacerme de desayunar unos deliciosos huevos a la mexicana.
Eso no es novedad, tengo muchas amigas y amigos que han sobrevivido desde niños de esa manera y cocinan exquisitamente
Las claves de la comida mexicana radican en saber: freír, hervir, y moler.
Pero también en medir la sal, dominar el uso del maíz,  distinguir entre cilantro y perejil, conocer  la variedad de hierbitas como albaca, hierba santa, hierba buena, hoja de aguacate,  hoja de conejo, orégano, hierba de olor... y saber combinar  la variedad de picantes como el chile guajillo, chile de árbol, chile morita, chile ancho, chile habanero, chile poblano, chile de agua, jalapeñochipotle... y disculpen mi ignorancia, sé que hay más, pero esos son los que recuerdo. 
Hace unas semanas conocí a un compa mexicano, que por un sólo comentario cayó de mi gracia. Ciertamente como todo país, la defensa de nacionalidades nos ha traído en conflicto, que si eres del istmo no entiendes la pasividad y la pobreza de lamixteca, si eres vallisto no entiendes la cerrazón de la sierra. 
Mucha gente de Oaxaca tiene un acento muy marcado cuando habla un dialécto.  Yo de la forma más respetuosa le pregunté si hablaba alguno. 
El señor exaltado me respondió que no, que él tenía sangre de españoles... ¡uy mano! Fue ahí dónde se me hizo más notorio que el fulano era feo, chaparro, moreno y panzón... no, pos si mano, ¡se nota a leguas tu sangre de gachupín! 
También fue ahí dónde descubrí algo en mí. Después de pregonar con orgullo la gloria de mi abuelo chino, la verdad es que eso ahora me vale madres. Los chinos comerciantes son unos ojetes aquí y en cualquier parte de México, su comunismo no ha hecho más que desilucionarme de Marx, estoy a favor de la liberación del Tibet, y me declaro seguidora del Dalaí Lama, ¡ya paren de ser mayoría en el mundo!, sufayuca ha contaminado el mundo de un capitalismo absurdo. 
Fue con éste fulano sangre gachupina, cuando me dije ¡qué te haces pendeja, si eres tan indígena como Benito Juárez!  Según el INEGI, es considerado 'indígena' todo aquel que hable un dialecto, yo no lo hablo, pero ¿qué seña más inequívoca la de saber cocinar con maíz, chile y frijol
Con orgullo pregono, que sé hacer tortillas, atole, los mejores frijoles de todo NuevaYork, toda una serie distinta de salsas, sopas, caldos, mi especialidad que es el pollo enchilado, los chiles rellenos y las rajas de chile poblano.
El último guateque en el que estuve en el defe con mi familia, hicimos tamales de mole para una de mis tías. 
Díganme si no eso es para sentirse orgulloso de ser heredero de una de las mejores riquezas indígenas: la mejor gastronomía de todo el mundo. 
¿Qué seña más inequívoca que la de saber cocinar como lo hace la gente de pueblo?Héme aquí constipada de horror porque la comida, es eso sólo comida, su arte está situado en hacerse fácil y rápido, mientras que para hacer un platillo mexicanos a veces tenemos que esperar días.
Como el caso del mole, las patitas de puerco que deben dejarse reposar para que chupen el vinagre, o el pozole que al segundo día es más rico que el anterior...
En la comida he encontrado mi identidad, he reconocido todo ese conocimiento que he adquirido por más de veinte años... y mi madre me avala, sabe muy bien que sus tres hijos cocinan exquisitamente ese rollo de carne relleno de verduras, junto con la crema milenaria de zanahorias, o que nuestro ponche navideño es inigualable, o que nuestro flan napolitano es tan perfecto como el pan de yema y que nuestros frijolesnunca les faltarán la cebolla frita y la hoja de aguacate.
Gordo, discúlpame por esos huevos con chorizo, pero me siento intimidada cuándo sé que la suegra supera mi arte culinario, aunque en otro avatares culinarios contigo soy única, jajaja.
Yo no concebía en mi mundito pequeño y provinciano, que una mujer fuera capaz de presumir que se le quemara hasta el agua... pero en este país existen muchas. Acá los hombres cocinan mucho mejor, aunque sea guiados por recetas de libros y medidas exactas. ¡Qué carajos
También me he admirado por el conocimiento sobre el maíz,  que todo oaxaqueñotiene. El maíz es el mejor cereal, es una planta humana, es un invento humano, porque es el único cereal incapaz de reproducirse sólo, y las evidencias más antiguas de su existencia se encuentran en Oaxaca. Esto hasta el mismo Engels lo reconoce. 
El maíz es tortilla, bebida, postre, grano, masa, hasta alcohol. Hoy en la mañana hicechampurrado. Extraño los sábados y domingos que durante toda mi vida en mi casa hemos tomado atole con chocolate (el atole es una debida de maíz),  hemos comido tamales, memelas o empanadas como tradición exclusiva y suprema de los fines de semana. Como los aztecas, beber chocolate era un privilegio de la nobleza. 

miércoles, 25 de agosto de 2010

Lo que se extraña


Siempre cuando uno está fuera de casa extraña todo. Incluso aquellas cosas que creíamos insignificantes. Pus aquí les va un listado de esas cosas insignificantes que en México son tan, tan, tan, comunes y tan imperceptibles, pero en los Estados Unidos no.

  1. Jabón Zote. Ríanse, si, ríanse, pero no existen lavaderos, ni jabón en polvo, esas cosas antiquísimas como la era de piedra, solo se consiguen en las tiendas especialistas de productos mexicanos. Si algo no tolero es portar las ropa puerca, pero, es inevitable, mi ropa blanca ya es de otro color, y mi ropa interior, huele a shampoo, jabón de baño, a todo, menos a ese jabón líquido que se le pone a las lavadoras.

  1. Pan dulce.  No existen ni  conchas, ni hojaldras, ni cuernos, ni pan tostado con mantequilla y azucar… aquí no hay de otra, pan francés con mantequilla.

  1. Pasito duranguénse, Sonora margarita, ya de perdis Selena en la radio! Amor prohibido murmuran por las calleees!!

  1. Caldito de pollo. Todos los restaurantes estadounidenses, aunque incluyen en su menú la sopa del día, todas tienen la consistencia de una masa espesa, poco apetecible, sin cara de ser líquida. Ustedes no saben lo que me costó encontrar un caldito de pollo decente!!  (Diez dólares)

  1. eÑes. Los primeros dos meses no encontraba las eñes en los teclados y por supuesto ni los acentos, ni la apertura de los signos de interrogación y admiración. Hasta que fui a darme un paseo por una tienda MAC, le pregunté a un técnico cómo podía configurar el teclado y ¡listo! Fui la escritora más feliz del universo de ver de regreso a las eñes y a los acentos.

  1. Los puestos de comida que hasta la más chatarra en México es la más sana y baratísima que aquí. Ustedes saben, vivir en el defe lo provee a uno de muchas posibilidades, tacos, comidas corridas de 30 varos, ensaladas, empanadas, elotes… en fin, en el restaurante más barato de todos los pueblos circunvecinos a mi casa,  el platillo  cuesta de 10 dólares o más. Lo más decente y cercano a mis posibilidades cuando ando en la calle en Manhattan, es comer en los puestos árabes, donde el platillo incluye carne, arroz, ensalada y una salsa muy picosa, por 6 dólares más 2 de la bebida.

  1. El internet, en México es de a diez pesos la hora o hasta 5 varos. En definitiva tener una compu personal es lo más apropiado, en este mundo capitalista. En todos los cafés el wi fi es gratis, pero si  deseas rentar una compu en cualquier parte de la ciudad, diez minutos  cuestan dos dólares, y no hay a quién reclamarle, las computadoras tienen una maquinita especial dónde debes insertar los billetes.  La compu de 10 pulgadas, está en 300 dólares.

  1. Transporte público. En Oaxaca se quejan porque la tarifa es de siete pesos, y digo tienen razón, pero en mis condiciones, creánme yo no me quejaría por pagarlos.  Nueva York, y supongo todo el resto del país, no es lugar para peatones. El Subway o metro cuesta 2.25 dólares al igual que cualquier autobús, precio de Manhattan, comparen los 3 pesitos del metro en el defe, casi diez veces más. En mi pueblo, no existe transporte urbano, ni taxis, hace una semana se burlaban de mí porque había preguntado si existían taxis en Delhi (la ciudad más cercana de donde vivo), are you crazy? Ja, ja, ja.

  1. Frijoles. Todos los frijoles enlatados saben dulces!! ¿¿Cuándo, cuándo cuándo en México comemos frijoles dulces?? Cada mes cocino un kilo de frijoles para toda la familia, meto por poquitos a la nevera y los voy sacando y cuidando hasta la última cucharada.

  1. Salsa y tortillas. Dicen que yo amo las tortillas, pero eso no es cierto, las tortillas y las salsas son cosas con las que todos los mexicanos pobres crecemos, y se han vuelto cosas tan básicas, y necesarias que simplemente son parte de nuestra  vida y de nosotros,  sin ellas, hasta el cuerpo resiente la falta de maíz y chile.

Ah si, mi inglés va mejorando considerablemente...  

viernes, 20 de agosto de 2010

Inmigrante





Inmigrante, no hay diferencia, soy una obrera más, igual que él.

Bienvenida




Familia, amigos, lector querido:

Esta ocasión me toca reinventarme. Salí de México hace tres meses, tomé la ropa absolutamente necesaria, empaqué  algunos libros, Murakami, Fadanelli, Kerouac, Silvia Molina...
Nada del otro mundo, debía llevar lo mínimo, pero segura de que en mi equipaje no cabría  toda la magia, porque ella reside en mí. 
Dejar todo y comenzar de cero, como una cuenta de ahorros  con muchos números que se han perdido, y hay que volver a hacer para obtener un resultado correcto. 
Ahora vivo en medio del silencio de las montañas, el croar de las ranas,  el sonido del agua corriente, los pastisales y una nueva familia.
¿Estoy en casa? Si, estoy en casa, comprendí gracias al silencio que estaré en casa  en cualquier parte del mundo, mientras esté consciente que me tengo a mí.

Empecemos con este nuevo capítulo.